Por: Fabrizio Da Roza
Autopersivirse como femme o simplemente verse femenino hoy en día pareciera una forma de rebelión o anarquía, sobre todo en países latinoamericanos, y a pesar de que estamos en el 2025 todavía hay cierta homofobia internalizada en la comunidad LGBTQ+. Esto no es algo nuevo en la sociedad, y con el pasar del tiempo muchos de estos estigmas se han erradicado, pero últimamente con el regreso de creencias conservadoras en muchos países, sobre todo de primer mundo, pareciera que ese invierno normativo regresará y peor.
A raíz de esto es necesario entender el impacto de lo femme en la cultura pop, como es percibido en la comunidad LGBTIQ+ y porque ser femme es el nuevo punk.
Según Coco Sandoval “Femme es un término utilizado en la cultura LGBT para describir a alguien que se expresa de forma típicamente femenina.”
Pero femme no es lo mismo que femenino, hay diferencias claves que hacen del termino necesario.
Teniendo en cuenta que femenino es un adjetivo que puede aplicarse a cualquier cosa femenina. Mientras que femme es un sustantivo que se refiere a una persona queer femenina, o a la palabra francesa para mujer.
El origen de este concepto viene desde el siglo XX, específicamente después de la Segunda Guerra Mundial, donde la comunidad lésbica estadounidense lo utilizaba para describir a una mujer lesbiana que representara una identidad o apariencia femenina.
Siempre se ha asociado lo femme con rasgos físicos y de personalidad como: facciones delicadas, falta de bello corporal, exceso de manierismos, ciertas posturas corporales y un estilo de vestir más femenino. Por ende esto lleva a la asociación a lo débil, frágil y sensible emocionalmente.
Pero ¿ser femme está mal?
Estamos de acuerdo que un ser humano es multidimensional y como dice el dicho “no juzgue a un libro por su portada”. Somos más que una simple etiqueta u orientación sexual. Pero ciertamente entre gustos y colores empiezan a salir los grises.
Un claro ejemplo actual de estos grises es Timothée Chalamet. Saltó a la fama en el 2017 por interpretar a un adolescente gay en los 80s en Call Me By Your Name. Este papel puso a Chalamet en el mapa de Hollywood y en el corazón de muchas chicas, pero había un detalle, él no se veía para nada como su coestrella Armie Hammer, era delgado, con el pelo largo y ondulado, estatura promedio, tenía poco vello facial y tenía un estilo más sobrio, monocromático o como se diría en su momento “soft”. Pero él estaba robando los corazones a muchísimas chicas y gays.
También está Troye Sivan. Saltando a la fama gracias a Youtube y luego comenzando su carrera como cantante, hasta llegar a su gran break en el 2015 por su álbum debut Blue Neighbourhood. En esta primera era Troye demostraba una imagen más delicada, sensible, juvenil y por supuesto super queer (oh lo famoso que fue en Tumblr en su momento). Pero su público mayormente eran mujeres y gays.
Un fenómeno que impulsó en otra ruta los estándares de bellezas masculinos, las boy bands de Kpop, gracias al estilo delicado de muchos grupos de la época, por ejemplo BTS en sus eras The Most Beautiful Moment in Life, Part 1(2015) o Map of the Soul: Persona (2019). Y poco a poco este género se convirtió en el fenómeno mundial que es hoy. Pero cuando empezó a tener muchísima popularidad la estética masculina de casi todas las boy bands era más femenina, andrógina y suave. Una estética que estaba pensada para atraer a un público amplio, tanto masculino como femenino.
Aquí podemos ver un factor en común, el concepto de lo delicado era trendy, y había una cierta atracción hacia los hombres femeninos, pero sobre todo en las mujeres. Aunque esto no es tan sencillo como suena. Iris Holzleitner, de la Universidad de Glasgow, publicó un estudio en el 2017, de cómo las mujeres difieren en sus preferencias por la masculinidad de los hombres según las circunstancias. Holzleitner convocó a más de 500 mujeres para un estudio en internet, algunas se sentían atraídas por los hombres y otras un tanto atraídas por su mismo sexo, aquí ellas tenían que calificar el atractivo de un conjunto de rostros de hombres que se manipularon para parecer más masculinos o femeninos.
En líneas generales no hubo un resultado binario, muchas mujeres preferían a los hombres varoniles en una situación y a los femeninos en otra. Pero mayoritariamente preferían los rostros de hombres que eran moderadamente masculinos. Es decir que tengan una dualidad, o como dirían en Venezuela, “ni muy muy, ni tan tan”. Hoy esto está cambiando.
Lo vemos en los ejemplos anteriores. Troye Sivan pasó de ser un chico delicado, sensible y con un estilo más juvenil en su era debut, a algo más rudo, sudoroso, sexual y con algo de vello púbico en Something to Give Each Other (2023) pero sin dejar a un lado su queerness. También hoy Timothée usa un pelo corto, bigote y un estilo más varonil. En los últimos proyectos de bandas de kpop como Stray Kids: Mixtape: Dominate (2025) o NCT 127: Walk (2024) actualmente optan por estéticas más rudas, con cadenas gruesas, colores más oscuros, moretones y buzz cuts, pero sin dejar a un lado esa cierta delicadeza que la cultura sur coreana promueve.
Pareciera que ser rudo ahora se volvió cool y ser femenino no. Se siente como si ciertos estereotipos hacia los hombres están teniendo un comeback. Y a lo mejor pensarías que en la comunidad LGBTQ+ no podría pasar esto. Bueno la situación no es así de sencilla.
En la comunidad LGBTIQ+ discriminan a los femme, sí, todavía…
Un estudio realizado en el 2023 por Ben Gerrard, investigador en género y sexualidad de la Facultad de Psicología de la Universidad de Sydney, demuestra comportamientos anti-gay internalizados hacia hombres homosexuales femeninos para cargos de alto estatus.
El experimento consistía en lo siguiente: se creó un casting para una campaña falsa donde se promovía el turismo en Sydney. El objetivo era que la campaña promocionara la ciudad en el extranjero y requería de un actor que fuera “líder” de dicha campaña. Se crearon seis videos de posibles “candidatos” preseleccionados, todos hombres homosexuales en la vida real y actores profesionales. Todos actuaron un mismo guión tanto de una forma gay-femenina como gay-masculina (manipulando su voz, gestos y postura, pero todo lo demás se mantuvo idéntico). Se invitó a 256 hombres homosexuales y heterosexuales a ver los videos y a buscar un actor que pudiera ser considerado un “líder” que representará a Australia.
Combinando las respuestas de los 256 hombres, el resultado fue: los clips masculinos recibieron 150 votos (59%), mientras que los clips femeninos recibieron 106 votos (41%), es decir, todavía hay homofobia internalizada y sexismo moderno.
Pero es curioso, ya que, también existen los femboys y estos son considerados injustamente un fetiche en la comunidad LGBTIQ+ y en pocos casos fuera de esta también.
El portal lgbt.fandom los define como “hombres género no conformes y otres individues generalmente de géneros masculinos (aunque no necesariamente) que expresan su identidad de género de manera femenina.”
El origen de este término viene de los años 90s para denigrar y hacer burla a cualquier hombre que demostrase algún comportamiento o similitud con la feminidad, y comenzó a expandirse después del año 2010. Pero, aunque ha tomado un carácter más positivo dentro de la comunidad LGBTIQ+ y otros círculos, es común que estas personas tengan un alto grado de sexualización y se les asocie con imágenes sexuales, a pesar de que no sea parte de la identidad de los femboys en sí. Yo por ejemplo he experimentado esta sexualización de primera mano. Una vez un hombre me escribió y empezamos a hablar, todo iba bien hasta que me preguntó si yo tenía algún tipo de lencería femenina, y a partir de ahí toda la conversación se torno en mi usando lencería y cómo eso lo excitaba.
Sabiendo esto podemos ver nuevamente que hay una cierta dualidad con lo femme, pueden existir pero no pueden ocupar cargos de alto estatus, pero si funcionan como un fetiche o morbo. Esto no es algo exclusivo de los hombres, también las mujeres de la comunidad sufren de esto.
En un articulo del 2017, Sophie Saint Thomas relata para Cosmopolitan su experiencia como una mujer bisexual femme en Nueva York, Thomas comenta: “Cuando tengo una cita con otra mujer, los hombres heterosexuales suelen coquetearnos. Me ha pasado literalmente con todas las mujeres con las que he salido.”, Thomas prosigue y dice: “Entonces, en lugar de dejarnos en paz respetuosamente, nuestra vida personal se convierte en todo sobre su erección mientras fetichizan nuestra orientación”.
Ahora en Venezuela, la situación es un poco más complicada. El Observatorio Venezolano de Violencias (OVV LGBTIQ+) documentó 461 casos de violencia contra personas LGBTIQ+ en el 2023, de las cuales 395 fueron afectadas, según el informe anual Voces contra el prejuicio, publicado el 17 de mayo de 2024 en el marco del Día Internacional contra la LGBTIQfobia. Entre estos casos más de la mitad fueron sobre discursos discriminatorios con 235 casos (50,98 %), incidentes discriminatorios, con 160 casos (34,71 %), delitos basados en prejuicios por orientación sexual, identidad, expresión de género o diversidad corporal, con 50 casos (10,83 %). La violencia intragénero, con 8 casos (1,74 %); la violencia extrema, con 4 casos (0,87 %); la violencia autoinfligida o suicidios, con 3 casos (0,65 %) y las desapariciones, con un caso (0,22 %).
Inclusive podría haber más, pero hay ciertos factores que imposibilitan la documentación adecuada de estos hechos tan lamentables, entre la falta de sensibilización de algunos periodistas y medios de comunicación sobre esta temática, el que no se denuncié el hecho y el abuso de poder de personas con influencia, funcionarios del Estado y civiles, agrava la situación para la comunidad LGBTIQ+ venezolana.
Entonces si hicieramos el experimento de Ben Gerrard en Venezuela los resultados podrían ser aún más desfavorables no solo para las personas femme, porque aquí que ya no es solo una cuestión de manierismo, presentación y tono voz, es algo que va meramente por ser parte de la comunidad LGBTIQ+. Ya que, según el OVV LGBTIQ+ las identidades más afectadas durante el 2023 fueron los hombres cis, con 167 casos (42,39 %) y las mujeres trans, con 59 casos (14,97 %), como dirían en Venezuela “por uno pagan todos”, y esto en ningún contexto es ejemplo de justicia.
Yendri Velásquez, activista por los derechos humanos y coordinador del OVV LGBTIQ+ dice: “El resto de la ciudadanía debe cuestionarse lo que nos han enseñado hasta hoy en día, estas normas basadas en el género binario, que nos enseñan a discriminar y a generar violencia en contra de otra persona que se perciba como diferente ante la norma, los estereotipos o lo que uno espera de ser hombre, ser mujer o en general del ser humano.”
Estos grilletes binarios que impiden la exploración de la diversidad en los seres humanos, y de la expresión de género, debían extinguirse hace rato, pero, y vuelvo al primer párrafo —ser considerado femme o simplemente verse femenino hoy en día pareciera una forma de rebelión o anarquía— y con todos los ejemplos antes mencionados hay que preguntarnos ¿por qué esta expresión de genero no ha desaparecido? Porque ser femme va más allá de una moda, un fetiche o cuestionar la norma.
Ser femme es liberador
Coco Sandoval dice “Femme es, en última instancia, romper las distinciones binarias, desafiar las normas culturales, abrazar la complejidad y celebrar la rareza.”
Una travesía compleja entre la dualidad de una identidad impuesta por la sociedad, un constante desafío, sobre todo en la cultura venezolana, y una celebración de la diversidad en lo delicado, frágil y emocional.
Y no quiero convertir esto en esa carta de Lana Del Rey, pero hay que entender que las personas femme no son así para llamar la atención, por moda o porque les gusta que los traten de una forma especial, son así porque en lo femme es donde se sienten mas cómodxs y no le hacen daño a nadie por ser así.
Hay cierto poder en maquillarse, usar joyería, echarse perfume, tatuajes delicados, camisas con transparencias, brillo en las uñas y en películas de protagonistas femeninas que no sé cómo explicar, porque no es para todo el mundo, y eso está bien. Este es un movimiento que cuestiona la norma, rechaza el heteropatriarcado desde otro punto de vista, y entre tantas cosas que pasan en nuestra sociedad necesitamos de lo emocional y delicado.
A lo mejor en un futuro lo femme vuelva a ser trendy, pero la realidad es que las personas femme jamás dejaran de existir, porque son la respuesta a la rudeza de este mundo, el contrapeso de la balanza. Y ser así no te quita lo serio o te hace una caricatura andante, más bien es un cuestionamiento a las normas de género, una forma de expresión y rebelión que al mismo tiempo es silenciosa y ruidosa. Y como dijo Joachim Trier en su conferencia de Cannes para la película Sentimental Value: “la delicadeza es el nuevo punk”, entonces que siga la revolución.
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